La pandemia por Covid-19 dejó muchas secuelas en nuestro cuerpo, mente y espíritu, y frente a esta situación los sistemas de salud pública se han enfocado únicamente en la sanación corporal. En este reportaje producido por Radio Chilate, un grupo de mujeres reflexionan sobre la importancia de buscar también nuestra sanación espiritual, pues sanarnos es sanar a nuestras comunidades.
Durante la pandemia de Covid-19, las mujeres han tenido un papel fundamental, respondiendo con eficacia a las necesidades que trajo consigo esta contingencia sanitaria. No obstante, durante el confinamiento por la pandemia se incrementó de manera alarmante la violencia doméstica. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, a nivel mundial más de 243 millones de mujeres han sufrido violencia sexual o física por parte de su pareja durante este tiempo; además, las llamadas a los números de emergencia se duplicaron.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de México, en dicho país el 51.2% de la población son mujeres, y sólo el 36.6% de ellas tienen acceso a empleos establecidos y emprendimientos propios. Durante esta crisis derivada de la pandemia de Covid-19, esta situación ha empeorado debido a la falta de oportunidades para las mujeres.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de México, en dicho país el 51.2% de la población son mujeres, y sólo el 36.6% de ellas tienen acceso a empleos establecidos y emprendimientos propios. Durante esta crisis derivada de la pandemia de Covid-19, esta situación ha empeorado debido a la falta de oportunidades para las mujeres.
Durante la pandemia de Covid-19, las mujeres han tenido un papel fundamental, respondiendo con eficacia a las necesidades que trajo consigo esta contingencia sanitaria. No obstante, se acrecentaron las dificultades para el ejercicio de su derecho a la participación política y se enfrentaron, entre otras cosas, a un incremento en las jornadas de cuidados hacia sus familias, a mayor marginación y violencia.
De acuerdo con el artículo “La agricultura, una práctica milenaria”, de la autora guatemalteca Vera Patricia Bolaños Santos, en la época prehistórica, cuando nuestros antepasados eran nómadas, las mujeres ya tenían saberes sobre la recolección de alimentos de la tierra, mismos que se profundizaron y ampliaron al hacernos sedentarios.
Durante la pandemia de Covid-19, las mujeres han vivido un incremento de las tareas domésticas y de cuidado. De acuerdo con información del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) de México, en 2018 las mujeres dedicaban 22 horas por semana a quehaceres domésticos y 28 horas al cuidado de otras personas, cifras que aumentaron todavía más durante la pandemia.
La pandemia de COVID-19 ha generado más dificultades para el ejercicio del derecho a la participación política de las mujeres. En las comunidades y pueblos Indígenas, las mujeres enfrentaron, entre otras cosas, un aumento en las jornadas de cuidados hacia otras personas. En lugares como Ayutla de los Libres, Guerrero, México, este incremento de responsabilidades en el cuidado ocasionó que durante el tiempo de pandemia pocas mujeres ocuparan espacios de representación pública.